En Países Bajos, el mercado se ha reducido un 38% en el tercer trimestre del año.
El acceso a la vivienda se ha convertido en un problema crítico en el Viejo Continente. Alemania, Francia, Suecia o Países Bajos han puesto en marcha diferentes fórmulas para regular los alquileres y contener la escalada de precios. Sin embargo, los estudios relativos a esta materia han demostrado que la intervención del mercado no funciona: limitar las rentas genera efectos contrarios a los esperados.
El control de precios ha provocado que muchos propietarios, tanto particulares como grandes tenedores, hayan decidido retirar sus casas del mercado del alquiler y ponerlas a la venta. Alemania es uno de los ejemplos más recurrentes cuando se habla de control de precios, y su impacto es uno de los más estudiados. El Gobierno Federal aprobó en 2015 la ley Mietpreisbremse que limita la subida de los nuevos alquileres al 10% del precio medio de cada zona.
En Francia, el gobierno aprobó en 2019 la ley Elan que permite a los ayuntamientos limitar la subida de los alquileres un máximo del 20% sobre un precio medio que se determina en cada zona. Por su parte, Suecia es el país europeo que más tiempo lleva regulando los alquileres, lo hace desde que terminó la II Guerra Mundial. El sistema de fijación de precios es complejo, pero en esencia se basa en una negociación entre
inquilinos, propietarios privados y empresas públicas de vivienda. Ante esta situación, el Gobierno ha impulsado en los últimos años diversos programas para construir más viviendas de alquiler asequible y moderar el impacto de la regulación del mercado.